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14 de abril

Sabina, poético

El cantautor español Joaquín Sabina utilizó su poesía de buen acabado para hipnotizar a unos 10.000 "cómplices", en un concierto en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, caracterizado por la alegría.

"No tengo fans, sino cómplices", había dicho Sabina antes de subirse al escenario y lo demostró al invitar a quienes fueron a verlo esta noche a hacer los coros de sus mejores canciones.

"Tiramisú de limón", una joya escrita en Praga por Sabina y el poeta Benjamín Prado, dio inicio a la velada que sirvió para presentar el disco "Vinagre y rosas" con más de nueve millones de copias vendidas desde noviembre del 2009.

Vestido con una chaqueta larga de color negro, una playera con un signo de interrogación, pantalón café y botas, Sabina empezó con dos canciones de su nuevo disco y a partir de la tercera propuesta inició un recorrido por su obra, con más de una decena de sus trabajos más conocidos.

"Alegre y cómplice chilangada, este no es un concierto más", dijo el poeta y a partir de ahí se ganó al público. "Peor para el sol", "Por el bulevar de los sueños rotos" y "Medias negras" fueron interpretadas en la primera mitad de la presentación, antes de que Sabina desapareciera y permitiera cantar a sus músicos Antonio García de Diego, Pancho Varona y Marita Barros.

Con letras de poemas hilvanados entre canciones, el "Genio de Úbeda" alborotó a los presentes al invitarlos a cantar "Y sin embargo", la hermosa canción de amor entonada por un coro gigante, después del cual, Sabina se levantó el sombrero y dijo que sólo le servía para quitárselo ante sus fieles.

En un tono alegre, contó la historia del disco "Vinagre y rosas", cuya idea empezó una noche en que tomaba whisky con Benjamín Prado en la que salió "Cristales de Bohemia", la bella melodía dedicada a Praga, la capital checa.

La segunda mitad del concierto tuvo muchas clásicas de Sabina, "Una canción para Magdalena", "Calle melancolía", "Amor se llama el juego", "19 días 500 noches" y "Princesa" causaron euforia en un público que a esas alturas se negó a permanecer sentado.

Sabina tenía previsto cerrar con la canción número 23, que da nombre al disco, pero ante la insistencia de la gente, debió regresar y entonar cinco joyas más, entre ellas "La del pirata cojo", y "Pastillas para no soñar" con la que se retiró mientras los altavoces entonaban "Crisis", ya con el cantautor en los camerinos.

Fuente: kissfm.es
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